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Un espacio para las reflexiones sobre comunicación, diseño y el entorno.
Antes de que el diseño fuera un oficio estructurado, existía la necesidad de dar forma a las ideas. Dibujar, escribir, ordenar…
A menudo, muchas empresas y administraciones creen que tener un logotipo equivale a tener una identidad. Pero un logotipo, por sí solo, no construye reconocimiento ni genera confianza. Es apenas la punta visible de un sistema más amplio que sostiene la forma en que una marca se presenta, se comporta y se relaciona con su entorno.
Es el clásico golpe invisible del oficio: lo que no viste en semanas de revisión aparece apenas abrís el primer pliego. Y entonces ya es tarde.
Estamos rodeados de imágenes, mensajes y pantallas. En cada momento, miles de estímulos se pelean por un instante de nuestra atención: rotondas plagadas de vallas publicitarias, notificaciones en los teléfonos, folletos en el parabrisas, publicaciones en redes sociales.